Visión de conjunto
El verano está terminado. Pronto esperamos dejar atrás el calor después de unos meses demasiado cortos para algunos e interminables para otros. Recuerdo que cuando era adolescente caminaba de vuelta a casa durante las últimas tardes de vacaciones, preparándome para volver a una escuela que no era ni grande ni pequeña, situada entre unas calles que no eran bonitas ni feas. Yo, que no era un niño ni un adulto, veía a mis profesores como estandartes de una verdad que seguiría allí cuando nos fuésemos. Mis compañeros, que no eran iguales a mí ni tampoco diferentes, compartían conmigo largos años de aprendizaje. Cuando eres un niño, toda tu vida gira entorno en encontrar un lugar en el que ser tú, signifique lo que signifique; por lo que el instituto puede suponer un punto inflexión en el que los profesores son más que mentores y los alumnos más que compañeros. Mirándolo con perspectiva, mis maestros se ganaron cada euro de su sueldo y a muchos aún les debemos más de lo que recibieron; mientras que los chavales solo queríamos volver a casa aún y cuando nuestro tiempo no podía estar mejor invertido que entre aquellas cuatro paredes.