Viejo Jaén
La historia de los pueblos se conoce gracias a los cronistas, a los escritores costumbristas e historiadores, que han indagado, rebuscando en rancios legajos y estrujando la memoria de los más viejos del lugar, datos que ellos van transmitiendo a las nuevas generaciones. Jaén ha tenido siempre escritores, o simplemente aficionados a la literatura, que han dedicado gran parte de su vida a dar a conocer estos valores. Recuerdo con añoranza y afecto a Rafael Ortega y Sagrista que tantos testimonios nos dejó del acontecer jaenero. Y, como él, el inolvidable Vicente Oya y Manuel López e Isidoro Lara, por referirme solo a los más contemporáneos.
Estos transmisores de la vida de los pueblos no faltaron nunca y cada pueblo tiene el suyo. Afortunadamente, son muchas las personas que no se resisten a escribir sus memorias y que, por sencillas y humildes que sean, siempre aportan un dato nuevo que sumar a la gran historia.
Hace unos días, de manera indirecta, aunque el envío iba a mi nombre, recibí un pequeño libro titulado “Mi viejo Jaén”. Está escrito por Jesús Gutiérrez Zayas, a quien por más que su nombre me suena no logro a recordar, y en 80 páginas recopila sus recuerdos. Este hombre nació en 1925, trece años antes de que yo viniera a este mundo. Y cuenta, de una manera llana, cómo era aquel Jaén hasta los años 70. Describe cómo eran sus principales calles, los comercios que había en cada una e incluso quiénes eran sus dueños y hasta gran cantidad de nombres de vecinos que en ella vivían. Muchos de esos datos los recuerdo yo; otros son nuevos para mí. Y podría añadir algunos datos que echo en falta, pero no demasiados. Este libro fue publicado el año 2010 y es muy curioso e interesante leerlo. Me gustaría saber quién me lo envió para darle las gracias. Pero, ya digo, no faltan voluntades para escribir sobre la historia de Jaén y sus gentes. Mi joven y buen amigo Manuel Escudero está preparando una publicación sobre personas que dejaron huella en la historia jiennense. También otro entrañable amigo, como Pepe Montané, está recopilando datos del viejo Jaén para llevarlos a un libro.
Pepe no tiene prisa y avanza paso a paso, porque, además, piensa escribir la historia de la Carrera de San Antón, de la que él fue creador. Todo a su tiempo. Eso sí, a Pepe no le gusta que la carrera se haya pasado al sábado.