Viajeros sin tren

    06 jul 2019 / 11:10 H.

    Tal vez porque antes estaba todo más lejos, bajábamos muy pocas veces a la estación del tren. Las despedidas a mis hermanos reclutas, o a mis tíos cuando emigraron a Alemania, fueron mis primeras visitas a sus vías. Pasó el tiempo y bebí con Antonio en su cantina, sentado en una mesa a seis metros del tren que llegaba o salía. Cambió de acera la estación, sobraron guardagujas, hierro y taquillas. Para el nuevo local de ADIF menguaron sala de espera y líneas ferroviarias. Por entonces esta ciudad descubría el bulevar, la UJA, el Pryca y el Ifeja. Carreteras, autovías, viaductos y residenciales crecieron como setas bordeando el mar de olivos que nos rodea, y agrandaron nuestro aislamiento. Jaén crecía a su estilo, nuevo teatro, campo de fútbol, museo, Corte Inglés y hasta un exiliado tranvía. Estos son ejemplos de sus anárquicas extremidades. Acorde con la situación y el paso del tiempo, Jaén se estira mientras a su estación de ADIF, cercana a cumplir los treinta tacos, apenas llega un tren al día. Sin mercancías que transportar, ni viajeros suficientes para que sea rentable el trayecto, se hace difícil salir de Jaén en tren.