Viaje y sosiego

    04 oct 2022 / 15:49 H.
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    Para quien, como yo, disfruta del viaje como algo maravilloso, una experiencia enriquecedora que ofrece paisaje y paisanaje, las autovías y la alta velocidad ferroviaria, no dejan de ser un territorio extraño en las antípodas del disfrute, unas grandes venas, las más de las veces heridas abiertas sobre los campos que te hacen llegar muy rápido sin ofrecer apenas nada, si acaso áreas de servicio diseñadas como meros abrevaderos. Alguien podría pensar que estoy anclado en el pasado, que lo moderno es llegar rápido a los destinos aun a costa de no conocer nada del enorme tapiz que tenemos en toda nuestra geografía. Prefiero una red arterial, carreteras y trenes, que pasen, que lleguen, por los sitios, que permitan adentrarnos en los pueblos, ver sus gentes, aprender de su arquitectura urbana, dejar parte de nuestra riqueza en esos lugares de los cuales las modernas infraestructuras nos han apartado. No estoy contra los nuevos aires que corren, pero conviene no olvidar que existen miles de postales a las que asfalto y vías han dado la espalda, dejado al margen. Lamentable.

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