Veroño social

Estamos en una época de locura y época de razón. Vivimos los meses de la luz tras las tinieblas, y de las tinieblas esperando volver a la luz. Son días de por fin abrazarse, y a la vez días de no abrazarse respetando a quien desea mantener la distancia. Ya podemos ir sin mascarilla, pero no podemos dejar la mascarilla. Nunca tantas personas que ni trabajan ni son parados al mismo tiempo. Nunca tantos gobiernos de pacto y a la vez tanto desencuentro y polarización. Momento de atomización autonómica y a la vez patriotismo centralizador. Estamos en un veroño social, como ese cambio de estación en el que ni hace calor ni frío, pero el mismo día hace rasca y bochorno. Que se cruzan en la calle sandalias con botas, camisetas con sudaderas. Necesitamos que pase esta época voluble para saber qué coger del armario, si los vaqueros de la movilización contra la factura de la luz o la gabardina del ya pasará el chaparrón, si la camisa de cuadros para remangarnos otra vez y echar una mano, o ayudar a guardar la bata blanca de las horas extras y el traje de enterrador. Mientras pasa, es bueno darse cuenta de que la inestabilidad e insatisfacción son las que provocan los grandes cambios, la acción, la innovación y el desarrollo. Vamos a ello.