Verde que te quiero verde

12 dic 2019 / 11:01 H.
Ver comentarios

La Cumbre del Clima ha comenzado en Madrid. Tenía que haberse celebrado en Chile, pero las circunstancias sociales y de orden público han hecho imposible su celebración allí. Es indudable que ofrecer España como sede es un gran éxito de reputación para nuestro país en el plano internacional y —aunque aún es pronto para decirlo— en el nacional, puesto que no ha habido discrepancias entre los partidos políticos, más allá de una débil oposición de los negacionistas de siempre, cada vez más residuales.

Ya es imposible sustraerse a la veracidad de los datos y predicciones sobre el calentamiento del Planeta y al irreversible deterioro de las condiciones ambientales. Son los científicos, los estudiosos del Planeta Tierra los que dicen que el objetivo hasta hace poco era la reducción de la emisión de gases efecto invernadero (Protocolo de Kioto de 1.997), que se ha convertido ya en una alerta por emergencia climática. Los riesgos de subidas de temperaturas y sus efectos son visibles desde hace algunos años, y cuestionarlo es cerrar los ojos a la investigación y a la ciencia.

El problema no es ya si “el planeta se regenera asimismo” como dicen algunos, sino el de la supervivencia de las especies en el mismo y singularmente la especie humana. Los científicos llevan ya décadas advirtiendo del problema y las sucesivas cumbres y acuerdos climáticos han consensuado reducción de emisiones por países, con plazos y limites determinados, que se han incumplido sistemáticamente.

Más que poner el acento en la mentalización de los consumidores por muy importante que ésta sea, se ha de poner en los grandes contaminadores. Hace falta una legislación clara que reduzca o prohíba directamente la utilización de determinados combustibles, y eso lo tienen que pactar los Estados. Son los gobiernos, los parlamentos y las grandes corporaciones los principales destinatarios de las conclusiones de la Cumbre, se contamina porque se puede, ya que la Ley no lo prohíbe; por ello creo que es un error predicar desde los valores y las ideas sobre un tema que pertenece claramente a los intereses políticos y económicos.

Hay que convencer a las sociedades a iniciar una rápida conversión a un nuevo sistema productivo de energías renovables, vehículos no contaminantes, productos reciclables y nuevos hábitos de consumo sostenible; y a una predisposición del mundo financiero a dirigir grandes inversiones a esta tarea, que dará nuevas fuentes de crecimiento y empleo. Es un horizonte que se antoja titánico pero, es esperanzadora la gran acogida de los jóvenes. El liderazgo de la adolescente sueca Greta Thunberg en el movimiento verde está rodeado de un aura casi de aventura, como demuestra el relato de su desplazamiento a Madrid, pero es a la vez inquietante que en pleno siglo XXI haya tenido que surgir una “salvadora niña” para que los jóvenes la sigan casi con devoción.

Inquietante. No necesitamos salvadores/as, necesitamos políticas que nos permitan abordar los problemas de supervivencia del planeta Tierra desde lo posible y real, sin trampas ni cartones y desde luego con rigor científico.

Ojalá esta joven no quede convertida en un icono, absorbida por el conglomerado mediático y económico, y asimilada por los intereses de un capitalismo depredador que nos impida llegar al fondo del problema. Todos tenemos mucho que perder, pero como decía mi padre: “En la Feria de Valverde, el que más tiene más pierde”.

Articulistas