Ventorrillos en puentes

    31 jul 2021 / 17:02 H.
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    Acaso, recordar sea algo así como querer empezar a vivir de nuevo. Por muy ingrata que sea la memoria, amamos nuestro pasado porque lo vivimos con sus penas y alegrías, pues las primeras se van, y las segundas nos quedan en este laberinto de la memoria, esa cinta magnetofónica que nos recuerdan nuestros años mozuelos, con ganas de comer y divertirnos con cuatro perrasgordas, ya que el monedero no estaba para tirar el dinero a roña, precisamente recordando a aquellos padrinos de bautizo, que nos tiraban las monedas por las aceras. San Juan, San Pedro, Santiago y Santa Ana eran las fiestas apropiada para que los vecinos de Jaén bajásemos a los puentes. Aquí se organizaban bailes, animados por un tocadiscos con los sones de la “Raspa”, “¡Ay que tío, qué cosa le ha metió!”... Eran curiosos aquellos ventorrillos en los sotos y orilla del río, en los que se leían “Aquí tenemos ponche de malacatón”, “vino peleón”, “arbellanillas” de tapa. En tanto, la posguerra seguía azotando a las personas, con ganas de comer y pasarlo bien, pero el Seíllas y el estado del bienestar tardó en llegar. Cada vez que paso por las márgenes de estos ríos, unas lagrimillas ruedan por mis mejillas, seguramente porque pienso que mis años mozos nunca volverán.

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