Ventanas abiertas

    25 jul 2024 / 18:28 H.
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    El calor extremo del verano nos recluye en casa durante las horas centrales del día cuando “las olas” del estío no deseado llegan hasta nuestras latitudes, no me refiero a las olas del mar salado que alivian a quienes se bañan en ellas, sino a las ardientes entradas de vientos africanos que calientan en extremos el aire que respiramos. También nos obliga ese calor extremo a tener que convivir con ruidos molestos y cotidianos que solamente escuchamos al tener las ventanas abiertas en las primeras horas del día. En ese tiempo en que el orto pasa a ser día, y el sueño ha arraigado con el mejor y fecundo descanso, cuando has dejado de dar vueltas de un lado a otro de la cama, ¡porras!, justo entonces comienzan a escucharse como susurros “in crescendo” los ruidos. Sonidos que se van sucediendo, alterando el perseguido descanso tras una tórrida noche como los del tráfico, los de la maquinaria de limpieza, las voces de los saludos mañaneros efusivos desde la lejanía en la calle, las sonadas de nariz trompeteras, porque “la covid” sigue erre que erre, los ronquidos de otros que han alcanzado la profundidad del nirvana del descanso, los taladros de las obras. Es lo que hay. ¿Abres o cierras?

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