Veinte años sin Alfredo Kraus

Parece que fue ayer cuando el canario universal se paseaba tranquilamente por las calles de nuestro Jaén o por pueblos de esta provincia que tanto le recordaba a su Canarias natal, Úbeda, Baeza, Torrequebradilla, etcétera. Han pasado dos décadas y, sin embargo, su recuerdo está más presente que nunca, porque se ha convertido en una referencia para todo cantante que se precie de buscar una técnica óptima. Kraus ha sido excepcional en casi todo, empezando por ser profeta en su tierra, tanto en vida como tras su desaparición. España cuenta con calles con su nombre en la mayoría de ciudades, auditorios, empezando por uno magnífico en su tierra, inaugurado en vida por él mismo, y otro en Aspe, además de parques, asociaciones, academias, cátedras y concursos de canto con su nombre.
En vida recibió más de 150 distinciones nacionales e internacionales. En fin, todo lo que pudiera imaginarse, porque su prestigio fue infinito y, a diferencia de otros cantantes más populares, él simplemente fue venerado. En el mundo de la lírica su valoración no admite comparación con ningún otro cantante por profesionalidad, dominio técnico y carisma personal. Como tenor lo tenía todo en grado superlativo: tesitura, pureza de sonido, brillo, homogeneidad en la emisión y una musicalidad intachable, dentro de un estilo de fidelidad a las exigencias de cualquier compositor que abordaba con una preparación meticulosa de profunda identificación con cada personaje que interpretaba.
Su Werther le dio todo su máximo reconocimiento en el mundo entero y, curiosamente, su vigencia aumenta al paso del tiempo, tras más de 47 años de trayectoria, sin una sola cancelación y, prácticamente, sin una mala noche en su dilatada carrera profesional como tenor.
Solo su fatal enfermedad —cáncer de páncreas—, cuya aparición estuvo influenciada, sin duda, por la depresión que le ocasionó la muerte de su esposa dos años antes, tras 44 años de matrimonio, le llevó al fin de su carrera y su fallecimiento. El 10 de septiembre de 1999 nos dejó huérfanos a los amantes de su arte irrepetible.
Las generaciones del futuro disponen, ahora, de un patrimonio de valor incalculable de audios y vídeos que le servirán de referencia y ejemplo tanto a los maestros y como a los estudiantes de canto.
Gracias, maestro, por tanto arte. Alfredo Kraus eterno.