Vargas Llosa

En 1963 fue publicada “La ciudad y los perros”. Primera novela del escritor peruano que, por aquellas calendas, puso el nombre de su autor en un lugar inusitado. Un Vargas Llosa con 26 años se convertía en atracción intelectual ante miles de universitarios europeos que veían en él un modelo de libertad, en alguna medida, seminal en cuanto hace a la dirección a seguir hasta alcanzar el Mayo del 68. Las ediciones de aquel libro, de singular dureza para la educación castrense, se sucedieron en diferentes lenguas. Desde entonces, con notables pausas, observo la andadura de Vargas Llosa en diferentes aspectos, entre los que, de pronto, hace ahora exactamente 20 años, un nuevo libro suyo, despertó mi interés: “El paraíso en la otra esquina”. La vida de dos personalidades, Flora Tristán y su nieto Paul Gauguin en busca de espacios prohibidos: ella, sobre todo, pionera en la defensa de los derechos de la mujer, pero también de los obreros. Él, una mirada de primitivismo: eje de la poética moderna, cuyas páginas me acercaron un conocimiento del artista, a la sazón, superior al de cuantos textos había leído sobre este incuestionable maestro del color. Desde semejante perspectiva, siempre me ha resultado sospechosa la convivencia de Mario Vargas Llosa y la Preysler...