Valor sin gluten

15 ene 2018 / 09:40 H.

Quiero compartir hoy con todos ustedes, amigos lectores, una experiencia vivida durante esta pasada Navidad, la cual me hizo sentir muy orgulloso de mi ciudad, Jaén, y de sus profesionales; y que aun pudiendo resultar una anécdota carente de valor para muchos, en mi opinión se trata de un ejemplo claro de que podemos y debemos conseguir ser mejores y más competitivos como colectivo.

Les cuento... Uno de esos fríos días del pasado mes de diciembre, tuve que atender a unos importantes señores empresarios, vinculados al sinuoso mundo del capital riesgo y de los fondos de inversión, que nos visitaban con el mejor de los ánimos a fin de “sondear” la posibilidad de invertir en proyectos industriales, de los que tan necesitado está nuestro territorio. Tras una intensa jornada de trabajo, les propuse dar un paseo por el centro y acercarnos a la Catedral, antes de encontrar un lugar donde poder comer algo. Calles concurridas, ánimo consumista, saludos festivos durante el paseo, familias, entusiasmo, en definitiva: una ciudad viva, fue el escenario que encontraron estos señores, a los que por cierto y según la expresión de sus rostros, nuestra joya renacentista les impresionó más que una Due Diligence en domingo. Pero si exitosa estaba resultando la jornada hasta ese momento, brillante a mi entender lo fue cuando los dos visitantes y yo nos sentamos a la mesa de un animado restaurante de la capital, y fue cuando sucedió lo que es objeto de mi reflexión y que, a través de este artículo de opinión comparto con ustedes...

Cuando el camarero se acercó a pedir la comanda, uno de ellos espetó, en tono mitad inseguridad mitad desánimo, un: “¿Tienen ustedes menú para celiacos?”. Fue aquel momento en el que se me vino el mundo encima al pensar que una cuestión tan específica pudiera dar al traste con la que, hasta el momento, estaba siendo una productiva jornada. ¿Restaurante para celiacos en Jaén? Pensé... uff, de haberlo sabido habría indagado con anterioridad (me dije a mí mismo en una reacción súbita de incertidumbre) al tiempo que el profesional que nos atendía dirigiéndose a mi invitado, le contestaba: “Por supuesto, señor, nuestro restaurante está asociado al proyecto Jaén Sin Gluten y, como tal, forma parte de un proyecto a nivel nacional impulsado por FACE (Federación de Asociaciones de Celiacos de España) y desarrollado en la provincia de Jaén por Apeceja (Asociación de Personas Celiacas de Jaén) que nos permite a los establecimientos de hostelería y restauración disponer de menús aptos para celíacos”. He de decirles que me quedé absolutamente sorprendido, no solo por la profesionalidad con la que aquel camarero nos explicaba tal circunstancia, sino también por la seguridad de saber que esa necesidad inesperadamente surgida iba a ser perfectamente satisfecha. Y eso me hizo sentirme orgulloso mi pueblo.

La conversación en el almuerzo tuvo durante un rato al gluten como protagonista, así como a las dificultades a las que se enfrenta el colectivo celíaco en el ámbito social de la hostelería y la restauración, donde la precariedad del conocimiento de la enfermedad celiaca origina en muchas ocasiones problemas al comer fuera de casa.

No quiero que quede en saco roto la excepcional labor que como colectivo realiza la Asociación de Personas Celiacas de Jaén, a través de su proyecto Jaén Sin Gluten, que está consiguiendo que sean muchos los restaurantes, bares, cafeterías, pastelerías, puestos en los mercados San Francisco y Peñamefécit y hasta un hospital y un obrador de pan exclusivo, los que dispongan de alimentos sin gluten para celiacos. Esta labor, además de aumentar nuestra oferta gastronómica con platos y menús libres de gluten, consigue sumar a lo que pretendemos sea la marca Jaén y nos demuestra que cuando innovamos y adquirimos el compromiso de mejorar los estándares de calidad y los procesos en cada una de las actividades profesionales que cada cual desempeña en el día a día de nuestra provincia, se consigue aportar valor.

Que cunda el ejemplo.