Doble de desconfianza

    11 ago 2019 / 16:08 H.

    Desde hace unos años mi compañero Julio y yo comentamos nuestros avatares veraniegos, lo hacemos desde el sitio que impone esta estación, lo distendido, lo lejano y el buen humor. Pero no sé yo si este año con el espectáculo de nuestros diputados, que me atrevería a calificar de bochornoso, será un buen momento para verlo todo desde la distancia, o sí deberíamos haberlos puesto a trabajar en el parlamento este agosto, en aras de la gobernabilidad de este país. Estas vacaciones, mientras usted y yo pasamos calor, no dude que nuestros políticos están sentados en lujosos apartamentos con aire acondicionado intentando buscar estrategias de todo tipo para asentarse con más fuerza en sus cómodos sillones. Pero esto es más serio de lo que pueda parecer, porque suscita un montón de preguntas: ¿Es que acaso los políticos no son capaces de ver la política real, las necesidades de la gente, los problemas que todos los días tenemos todos? ¿Es que ellos son de otra pasta, son cuerpos ajenos a toda realidad? Sí y no. Digamos que ellos no tienen vacaciones, tienen, constantemente expectativas que cumplir. Por eso mismo, no saben el calor que se pasa, lo ridículo de la paga extra o lo tedioso de madrugar para buscar un hueco en la playa.