Uno de los grandes de otro tiempo

La muerte de Rubalcaba se ha sentido especialmente en Jaén, tierra que visitaba con frecuencia y donde tenía grandes amigos >> Fueron Jaén y las ‘artes’ de Gaspar Zarrías quienes le dieron el empujón definitivo para ser secretario general del PSOE >>

12 may 2019 / 11:52 H.

Ha conmocionado a todo el país, creyente socialista o ferviente adversario, la muerte de Alfredo Pérez Rubalcaba, uno de los grandes hombres de otro tiempo, que no del que nos toca vivir ahora. Se ha ido un hombre del tiempo del diálogo permanente y la discusión con un fin único, inexcusable, la solución de los problemas, el entente de los conflictos, cualquiera que fuese y de la raíz que fuera. Jaén, cuna perenne del socialismo y manantial socialista en los tiempos más duros con Aznar y Rajoy en la Presidencia, ha sentido especialmente su muerte repentina porque además de querido por el viejo Santo Reino, era una persona que tenía en cuenta lo que le decían las bases del PSOE, aquellos militantes que desde el anonimato y el compromiso ético e ideológico con su tierra, no han dejado nunca de arropar a sus líderes.

Aún en las equivocaciones, Jaén arropa desde siempre a su dirigencia socialista y de especial valor tildaba Rubalcaba el posicionamiento de los socialistas jaeneros, que le dieron la secretaría general del PSOE tras la salida de Zapatero, en un Congreso en Sevilla en el que venció a Carme Chacón por unos cuantos votos, los mismos que fue capaz de arrancar para su amigo Alfredo, Gaspar Zarrías, el gran urdidor de la derrota de la exministra catalana, pese al apoyo en bloque de la Andalucía de Griñán; menos la Jaén de Reyes. No ha dejado nunca de adentrarse por Despeñaperros en busca de la compañía de sus amigos, la última vez en el homenaje que le tributaron los socialistas de Bedmar con el alcalde y el presidente de la Diputación a la cabeza. Y no ha dejado de estar presente tanto en los grandes acontecimientos por su cargo, fuese en la Academia de Baeza como titular de Interior o dando cobertura a la tan denostada como necesaria LOGSE cuando fue ministro de Educación. Visitas y estancias que le implicaban con Jaén y sus problemas, incluso en el seno socialista:

---”Juan, dile a Gaspar que se tranquilice, hombre”, me pidió un día en una jura en Baeza delante del hoy general José Fernández; la guerra Jaén-Sevilla estaba entonces en pleno apogeo.