Unas zapatillas mejores
Hace unos años, y con la intención de provocar un pequeño debate, les pregunté a mis alumnos que si les parecía justo que por el mismo trabajo una mujer cobrara menos que un hombre. Ante su reacción, entendí que les parecía bien, o nunca se lo habían planteado; sin embargo, la solución llegó pronto preguntándoles qué opinaban si tuvieran unas zapatillas mejores o peores dependiendo de quien aportaba el sueldo en casa. Un sueldo que, en el caso de la madre, reflejaba el trabajo de fuera, pero no el de dentro. Y como la ocasión la pintan calva, aprovecho para visibilizar el resto del trabajo que esa mujer-madre-ama de casa, hace cada día y que como no es remunerado, no es suficientemente valorado. Un trabajo intensivo, con exceso de responsabilidad, poco descanso y en algunas ocasiones con ausencia de momentos de ocio. A pesar de haber dedicado casi cuarenta años de mi vida a la enseñanza, me declaro defensora total de las amas de casa. En los centros educativos debería ser obligatorio enseñar a los alumnos a agradecer lo que por la fuerza de la costumbre pueden llegar a pensar que les cae del cielo. Es muy necesario. Hay que celebrar el día del ama de casa. Mi admiración siempre.