Una píldora de Lexatín

22 ene 2019 / 10:05 H.

Estos últimos días nos han sugerido centrar la atención en cómo los partidos políticos reorganizan su imagen, por razones distintas pretendiendo justificar suposiciones o situaciones frente a la realidad como si fuesen sobrevenidas y el valor de estos está en su capacidad para gestionar la coyuntura. El inquisidor del siglo XXI, las redes sociales, han inundado de contenidos sobre que deben hacer y decir estos partidos y quienes están facultados para hablar mostrando un aparente debate más cercano a coros de eslóganes emocionales de “hooligan” que un intercambio de ideas. No parece cierta la superación de la crisis, ni el diagnóstico de la misma. Obedece a conductas y decisiones. Al factor humano que se manifiesta a través de valores. La crisis siempre ha sido de valores. En paralelo ha surgido la cara humana de las personas transmitiendo el apoyo emocional y la solidaridad junto a la acción institucional. En una situación como ésta siempre surgen quienes pretenden capitalizar el sentimiento colectivo desde un interés particular, actitud rechazable que debe ser denunciada. La situación ha minimizado otros hechos. El CGPJ archiva la queja al juez que se burló de su víctima pese reconocer la “incuestionable incorrección” de sus palabras porque el procedimiento para obtener la prueba vulnera derechos fundamentales. El FC Barcelona alineó indebidamente un jugador, causa para la descalificación en la competición. Se rechaza la reclamación por entregarse fuera de plazo. O sea, por defecto de forma en el procedimiento para obtener la prueba o para presentar reclamación. Los hechos no pueden ser valorados y debe de ser así en un Estado de garantías. Si bien en el primer caso existen juristas que discrepan de esta valoración. ¿Y la responsabilidad ética de los hechos? No podemos dejar de plantear una duda razonable en relación con las futuras actitudes del juez. ¿Qué garantía tendrá una mujer en casos de violencia de género sabiendo que ha emitido juicios de valor revictimizando a otra mujer? ¿Se inhibirá o solicitará traslado de juzgado por no considerarse imparcial? ¿El equipo de fútbol, si llegase a ganar la Copa, se considerará merecedor siendo consciente de que pudo incurrir en una falta? Cabe la posibilidad de que consideren legítimo mantener sus acciones en ambos casos. Hacemos responsables a poderes ocultos de la verdad y su construcción. En estas dos situaciones, surge el concepto de verdad que vertebra la crisis, la visión de las cosas que me sirve para justificar mis acciones o intereses individuales. Nuestra sociedad líquida se fundamenta en la ruptura de una ética de lo colectivo, de no reconocer a la persona como resultado de este. La virtualización de la realidad y las redes como expresión de esta, permiten desarrollar lo que Bauman consideró como la ruptura del “espacio moral”. La exaltación de “yo” eliminando la responsabilidad moral y política. No se habla de proyectos colectivos para construir vida sino de proyectos individuales, donde el liderazgo es personalismo y la política la justificación para la exaltación del dirigente más que de su gestión. En qué grado hemos de reconocer que cada persona es responsable de no dar una respuesta crítica, de reaccionar y dejar de ver la vida cotidiana desde la sedación y recuperar la exigencia obligatoria del “espacio moral”, una ética de lo colectivo.