Una idea preconcebida

    04 oct 2022 / 15:58 H.
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    A menudo nuestra mirada se nubla ofreciéndonos una imagen de la realidad difuminada por preconceptos y prejuicios, que, sin duda, dificultan el ansiado conocimiento. Nos fiamos de las sombras, como en el mito de la caverna. Los expertos, y los que no lo son en absoluto, nos aconsejan huir de las ideas preconcebidas para evitar los sesgos cognitivos. Cuántas veces hemos supuesto, meramente por su aspecto o por cuatro palabras sacadas de contexto, cómo es una persona. De hecho, tener una idea preconcebida sobre un político o sobre las siglas que lo sustentan es algo muy común. Nos movemos aquí en terreno peligroso. Está claro que es injusto juzgar al personaje sin conocer en profundidad sus circunstancias y el programa que lo guía, en el caso de que efectivamente lo haya. Pero a veces esta certeza falla estrepitosamente, dejándonos aún más confusos por su doble rasero. Aciertos y desaciertos de la idea preconcebida se alternan dependiendo no ya de la suerte, sino de si es optimista y caritativa hacia dicho prójimo, en cuyo caso solemos errar, o de si se trata de un temor injustificado a que nos joroben la vida de mil maneras, en cuyo caso, irremediablemente, se hará realidad. Piensa mal y acertarás. Tal cual. O peor.

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