Una guerra terrible

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Todas las guerras son así de destructivas y llenas de dolor. Esta de Rusia con Ucrania no podía ser de otra manera. Un año se ha cumplido, un año de este desarme tan absurdo e imposible que nos tiene a medio mundo en ascuas. Lo peor es que no se les ve visos de un alto al fuego. La destrucción y el escarnio que estamos observando a través de las noticias e imágenes son de verdadero desatino. Vladimir Putin se está ganando (o lo tiene ya más que ganado) la fama de belicoso, usurpador y cruel. Un buen mandatario es aquel que depara bienestar y tranquilidad a su país. Estas cualidades deben ir de la mano siempre, con un solo proyecto y meta final de paz. Rusia es una nación grande, poderosa y rica por muchos motivos. No, no es justo que la población civil de Ucrania padezca destrucción total de municipios, colegios, hospitales y un largo éxodo lleno de horror. A Zelenski se le ve sufrir, le llegó esta guerra por engaño y es tan fuerte... Pero le pone fe. Pide argumento, ayuda sin un ápice de pudor en su desamparo. Quizás se puede estar adeudando más de lo debido con Estados Unidos, pero estos asuntos solo él y Dios lo saben. Aunque me sorprendió el oír a un político ruso decir que ellos eran agredidos, no el agresor.

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