Una gota de agua

Los que vivimos en paraísos interiores, que no fiscales, sabemos que el dinero con el que tristemente nos entendemos los mortales no viene de la mano de ángeles proveedores. También comprendemos por nuestra larga experiencia edénica que nunca llueve a gusto de todos. Agua siempre es riqueza, el maná que sustenta este planeta. Si las nubes no descargan en tiempo y forma, tendemos a inquietarnos, saltan las alarmas, el agricultor desespera, los mercados se alteran, aparecen incendios inusitados y seguramente provocados en las zonas más húmedas de España. Cuando el refrán no se cumple, es decir, en abril, aguas mil, algo no marcha bien. En este caso, no podemos echar la culpa a los políticos de turno, o a lo peor si, dependiendo de que sean o no responsables de un cambio climático. Recuerdo siempre una frase emblemática con la que se justificaban muchas carencias, aquella famosa pertinaz sequía. A pesar de esta pequeña adversidad, se ha disfrutado esta Semana Santa de casi un completo de ocupación hotelera, han procesionado todos los cristos y vírgenes con total lucimiento, sin que la lluvia incomode, no hemos tenido que contemplar ese rosario de penas. Pues bueno, que nuestro “Abuelo” se tire a la calle por una gota de agua.