Una de impuestos
Acabamos de pagar los impuestos correspondientes al tercer trimestre, con el consiguiente dolor para nuestros bolsillos y me reconforta esa voz que me dice al oído “si tienes que pagar es porque lo has ganado”, hasta aquí conforme. Y solo son pagos a cuenta, ya llegará junio que será peor y sin consuelo, solo pagar. A partir de ahí viene a colación la caída de la primera ministra británica Liz Truss, después de un fugaz paso por el cargo, quien una vez terminadas las costosas ceremonias fúnebres por Isabel II, hizo público un plan fiscal neoliberal con una reducción masiva de impuestos, llamado “plan de crecimiento”, el mismo que ha terminado con su carrera política, y que iba enfocado a reducir los impuestos de las rentas más altas o eliminar incrementos al impuesto de sociedades ente otros. Se trata de una música que se escucha por aquí cerca en el mismo sentido y la prueba son los aplausos dedicados en las redes sociales por ciertos mandatarios conservadores. Los efectos han sido demoledores para la economía por las graves perturbaciones en el sistema financiero británico, hasta hacerlo insostenible. Yo aprendí hace tiempo que no es malo copiar, pero hay que copiar bien. Eso de bajar los impuestos a los ricos en lugar de pensar en los autónomos o sufridores que es lo mismo, no lleva a un buen final.