Un suponer

    11 jul 2024 / 09:13 H.
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    Hay pocas dudas al afirmar que la lengua es algo vivo, que se mueve, que evoluciona, que se adapta a las nuevas circunstancias, y hasta que muere. Para morir sólo hay que estar vivo, se dice a nivel popular. Hay expresiones orales o escritas que caen en el desuso y van a parar a las arcas de las antiguallas. Son tan frecuentes y numerosas, a veces, que solemos olvidarnos y prescindir de ellas, a no ser por una casualidad o por el uso de algún trasnochado próximo a nuestro entorno. Ejemplo, mi amigo Saturnino. Estas vicisitudes nos suponen un rescate más afectivo que utilitario. Un suponer...

    El otro día escuché esta expresión coloquial y, sin pensarlo demasiado, me trasladé a la infancia. Era la frasecita una expresión habitual de mi abuela, y creo que también de mi madre. Igualmente, de los viejos maestros, transmisores del saber en aquellos años. Siempre se ha dicho que hay que predicar con el ejemplo. Y eso es lo que hacían nuestros mayores: acercar los conocimientos con palabras sencillas, asequibles, para una rápida asimilación. Un suponer... Por ejemplo... Parábolas, en suma.

    Pero la suposición tiene las patas muy cortas, con visos traicioneros, y hay que prestarle atención. El acto de suponer parte de conjeturas, sospechas, consideraciones benévolas... Lo que se expone se da por sentado aunque no haya sucedido, o no existan pruebas evidentes. Entonces hay que preguntarse para qué las hipótesis de aquella infancia lejana. No obstante, sería una estupidez renegar del clásico itinerario a seguir, secular y tantas veces atinado. Hay que admitir que en los supuestos se basan los grandes avances; un suponer, los grandiosos descubrimientos que nos han traído el tan repetido y seductor estado de bienestar. Posiblemente sea nostalgia, pero los “suponeres” de nuestra infancia conllevaban el encanto de motivarnos cuando comenzábamos nuestra andadura por el bosque de las dudas, cuando absorbíamos todo lo que se nos pusiera por delante, cuando, en fin, respetábamos y teníamos fe en la enseñanza de nuestros mayores, que era lo mismo que decir la transmisión de la experiencia.



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