Un réquiem

13 dic 2023 / 10:34 H.
Ver comentarios

Todas las personas en nuestro contexto cultural creemos conocer el significado de esta palabra. Una oración por los difuntos que se reza dedicada a ellos y que cada persona adapta a su modo de entender la espiritualidad. Un modo de sentir universalmente extendido ante la incertidumbre de la existencia. Existimos cuando tenemos consciencia subjetiva de ello, cuando nos percibimos como personas que nos concedemos respeto, nos sentimos respetadas y reconocidas; con dignidad. Lo contrario es degradación y humillación. No hay dignidad si no hay reconocimiento de derechos que te la aseguren tener vida. Incluso dignidad en el momento de morir. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, este es el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que el pasado domingo cumplió 75 años desde que se aprobó. No queda claro si es momento de celebración o de expresar un réquiem por esta. Nuestro orgullo local y nacional por ser las ciudades más iluminadas de Europa y campeonas de la Navidad, justificado en la obligación de entender la relaciones y el cariño como consumo, o nuestras expresiones en muros digitales escribiendo titulares de ideas simples de denuncia y las reacciones de odio, sin autocrítica por ninguna de las partes; no pueden ocultar con cínico eurocentrismo la visión critica de la consideración que tenemos sobre la Declaración Universal. Este espacio para compartir ideas no es suficiente para expresar lo que se requiere sobre cómo no miramos más allá, porque la intensidad de las LED nos deslumbra. Con un grito de dolor inconsolable, una madre llora la muerte de sus ocho hijos muertos por la caída de una bomba en el campamento de refugiados de Maghazi, en Gaza, afirma que “han sido asesinados cuando ya padecían hambre”. Un lugar donde sin invasión la vida no debe ser fácil con una población de 25.000 personas, más las desplazadas del norte. Según la ONU, de las 18.000 personas muertas en Gaza, 5.000 son menores; en Ucrania, a 1 de junio, 1.500 niños muertos y casi 20.000 menores ucranios deportados a Rusia por el ejército ruso; en la Guerra de Sudán, en los últimos cinco años, han muerto más de 1.200 menores. El dolor de la pérdida no se puede expresar, solo se comprende cuando se experimenta. Cuando una madre pierde a un menor, expresa que también es su muerte en vida. De todas las situaciones en las que se vulneran los derechos humanos, quizás esta es la que se visualiza menos, son mujeres, parece, que están para eso: para llorar y sufrir. Se naturaliza, asumimos que es su mandato de género impuesto. Exijamos profundizar desde la unidad el cumplimiento de los derechos humanos. El derecho internacional no es la carta de un restaurante. El derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU es obsoleto y contrario a una ciudadanía universal. Es una violación de los derechos humanos. La defensa no puede tener como objeto el ataque a población desarmada, que tampoco puede ser secuestrada por quien la defiende. Para Galtung, “las estructuras establecidas en el sistema social se ocupan de la persistencia de las condiciones de la injusticia. Fijan las relaciones de poder injustas y, en consecuencia, la diferencia de oportunidades en la vida”. Esto resultado del modo de construir las relaciones sociales. Hay una intención; existe interés por la desigualdad y la injusticia, no por la dignidad.

Articulistas