Un poema a la ternura

    22 ago 2024 / 09:27 H.
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    Un poema a la ternura, a esa dama que envuelve entre tules delicados, dejando que la armonía columpie sus notas entre el pentagrama de los sentidos. Es algo así, como una caricia suave que acompaña y hace latir en el alma la grata sensación que ofrece la seguridad, es la voz anhelante de unos labios de caramelo que te dejan ser tú y a la vez, vacía su tarro de perfume como una ola marina en la orilla.

    La ternura es un mar de caricias infinitas, que acoge con sus manos de espuma el corazón que late descompasado, necesitando un sueño, ese que cree que ya nada es posible, que lo ha perdido todo; mas, de repente, como el céfiro llega a conquistar el hondo abismo en el que se ha caído, para restablecer un espacio de luz y de confianza. La ternura es el refugio que se necesita para seguir creciendo. Necesitamos sus tonos azules en las noches oscuras, el brillo de su suave luz en las tinieblas, el sentir prodigioso de una mano que toca como si acariciara las cuerdas de un arpa.

    Si supiéramos lo necesaria que es, no dudaríamos en vestirnos de tules y aparecer bailando una pieza de ballet sobre las blancas rosas. Ay, la ternura, ese despliegue de ondas sobre el estanque mudo. Quisiera escribir un poema dorado donde la fina luz de su beso de azúcar pudiéramos sentir al despertar el alba o cuando el ocaso desdibuja sus tonos sobre el cielo calmado. A la ternura, a su poder de saber envolvernos en sus sedosos brazos, al calor de sus manos, a esa brisa que nos arrulla y besa cada vez que nos acoge y nos da su regalo. A la mágica luz que se desborda y nos cubre en un abrazo azul de mil caricias, ese halo de transparentes sensaciones que brillan sobre nosotros sin poder percibir sus brillantes destellos. Quisiera poder declamar un poema a sus sensibles pasos, cuando la noche ha vuelto su mirada tenebrosa sobre nosotros y nos arrastra hacia su negrura, pareciendo que ya ha acabado todo.

    Mas de puntillas se acerca levemente y en su compás alado nos acoge entre brumas de incienso. A la ternura que nunca desdibuja los sueños.

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