Un país de piruleta

    22 ene 2020 / 10:06 H.
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    Con el falso cierre de la dictadura nos vendieron un país de piruleta donde todos pintaríamos arcoíris y pasearíamos junto a unicornios. Los mercaderes de la época, ataviados con sus mejores galas y brillos engominados presentaron la Constitución de 1978. Una Constitución “parida por la transición”, tras la muerte del asesino Franco, que al haberse gestado desde la violación múltiple de la “Manada Franquista” a la libertad legítima de la aspirada decisión real de los que fueron vencidos y, no haber nacido de un parto normal, encierra en sus entrañas gravísimas secuelas de gestación y que a día de hoy sufre el pueblo llano. Como muestra irrefutable dos simples ejemplos. Por un lado, sus obligaciones recogidas, que están sobradamente consolidadas desde su primer aliento de vida: “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. La soberanía nacional reside en el pueblo, del que emanan los poderes del Estado. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”. Siendo una imposición impuesta, al pueblo no le preguntaron “la forma política del estado español”. Por otro lado, sus derechos recogidos nunca estuvieron ni están consolidados: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos”. (Es un fraude; mírese emancipación y desahucios). Cuarenta y dos años después, la Constitución del país de piruleta la han convertido en un arma arrojadiza contra la política. Y lo hacen los radicales jacobinos, los mercaderes de hoy que apocalípticamente siguen castrando artículos constitucionales que hablan de “pluralismo político”. Un pluralismo que a la hora de formar gobiernos salidos de las urnas, no valen, solamente los decide el IBEX 35.

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