Un mundo sin fronteras
Jesucristo, el primer comunista de la historia, lo tenía claro: compartir, solidaridad y no establecer frontera alguna. En esos tiempos, que bastaba con poder echarte a la boca un pez multiplicado y dormir en un pesebre. Los nuevos falsos comunistas, demagogos profesionales y políticos por ausencia de candidatos, dicen que no se puede caer en la tentación de tratar la inmigración como la derecha o ultra mega requete extrema derecha. WTF. Habiendo compradores de discursos fáciles (ambos lo son), no hay que esforzarse. Criticar a la que por papeles debe hacerlo, la oposición. A estos y los otros les propondría yo un mundo libre, sin fronteras, sin vallas, sin verjas, sin puertas. Todo para todos con todos. Sin políticas de in o emigración. Sin control. Pasen y vean. Duerman en mi casoplón, pernocten con mi mujer, degusten mis chuletones y conviertan a mis hijas mediante sus democráticos métodos a sus religiones y costumbres. Mientras yo trabajo 14 horas para mantener el estado de (su) bienestar. No será mía la solución: no cobro por hacer ni por proponer, pero no podemos seguir de brazos cruzados viendo como miles de personas mueren por un sueño imposible y otros miles sufren por una pesadilla plausible.