Un millón de transistores

A las 12:33 no sólo se quedaron las lentejas a la espera, sino que, en poco tiempo, fuimos conscientes de que prácticamente no podíamos hacer ninguna de las cosas que teníamos planeadas. Que la energía eléctrica faltara en toda España, parecía propio de un cuento de terror. Poco a poco, la luz que le faltaba al país se fue instalando en nuestro cerebro y despertamos para buscar el pequeño comercio en el que se sumaba con una calculadora básica y te cobraban en efectivo. Los amigos y vecinos se ofrecían a dejarte lo que pudieran, en un acto de solidaridad colectiva. Más tarde, había que guardar una larga cola para la adquisición de unas linternas. De pronto, nos dimos cuenta de que dependíamos demasiado de las diferentes energías. La fuerza de la costumbre ha hecho que, involuntariamente, no hayamos buscado otras opciones. Y el campeón que hizo la situación más llevadera, fue el transistor. Gracias a la radio estuvimos informados. Reconozco que es mi medio de comunicación favorito, por eso tengo uno en cada uno de los lugares donde habitualmente estoy. Enhorabuena a todos los compradores de ese millón, que se adquirieron el día en que fuimos conscientes de lo útil que es estar informados.