Un miedo antiguo
Hace unos meses me hicieron una entrevista para una radio en Mar del Plata. Me encontraba allí por una estancia de investigación y participaba en unas jornadas sobre teatro argentino. La idea era hablar de las actividades y animar a la gente para que asistiera. También me hicieron algunas preguntas sobre cómo me enganché con el teatro de allá y hasta aquí todo normal. Ahora bien, pasadas las palabras de rigor y la promoción de las jornadas, todo según marcaba el guion, el entrevistador me dice: “Bueno, y ahora lo que realmente nos interesa, háblanos de la política española, del papel que juegan Podemos y Ciudadanos”. El hábil periodista había logrado un ambiente tan distendido que, aunque me pilló de sorpresa, me despaché a gusto. Hablé como solo hablo con el grupo de amigos. Dije lo que pensaba. Al salir, la compañera afirma feliz: “En cuanto salga el podcast lo cuelgo en Facebook”. Me brotó un miedo antiguo: “Por favor, no lo hagas. En España uno no puede decir lo que piensa”.