Un lujo de servicio

Tal y como está el deprimente panorama, creo que una buena opción para mantenernos a flote es centrarnos en lo más cercano: familia, amigos y vecinos; o lo que es lo mismo, hacer todo lo bueno posible por nuestro pueblo. Ser de pueblo no quiere decir en absoluto que seamos pueblerinos y vivir en un pueblo es hoy por hoy y en algunos sentidos, un lujo. Si una de las principales causas de mortalidad es la soledad no elegida, no hay suerte más grande que vivir solo y ver entrar por tu puerta a quien puede ayudarte, escucharte y hacerte compañía. Y a partir de aquí voy a dirigirme especialmente a las personas que prestan la ayuda a domicilio. Hay cosas que no tienen precio y vuestra labor es una de ellas. La esperanza de vida es cada vez mayor, pero esto conlleva una serie de necesidades añadidas. Y ahí estáis vosotras para apoyar y llegar donde muchas veces no se llega por mucha voluntad que se le ponga. Estoy segura de que sois la alegría de muchos hogares y de que os considerarán uno más de la familia. Cerráis el círculo de las personas a las que atendéis con una llave de generosidad y de empatía. Esas cualidades que se mantienen vivas en nuestros pueblos. De corazón, muchas gracias.