Un golpe
seco

    27 nov 2020 / 16:31 H.
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    Carlitos escucha el fuerte ruido de la puerta al cerrarse. Es un golpe seco y potente, como de puño cerrado. Sabe que si oye ese sonido debe irse a su dormitorio y meterse debajo de la cama. Son las instrucciones precisas que le ha dado su mamá. Así que agarra su peluche y coge la almohada, porque no sabe el tiempo que tendrá que permanecer allí. En la oscuridad de su cuarto, además de miedo, siente que es un cobarde porque sabe que su madre está desprotegida, a solas con el enemigo. Es lo que tiene la violencia de género, que no solo la padecen las mujeres, sino también sus hijos, unos niños inocentes que verán marcada su vida para siempre. Muchos de ellos reciben maltrato físico y psicológico al igual que sus madres; otros, son testigos del daño que el maltratador infringe a su pareja. Algunos, incluso, acaban siendo asesinados, usados como instrumentos para hacer daño a la mujer. La infancia alimenta nuestras debilidades, y está demostrado que los hijos de maltratadores tienen una alta probabilidad de repetir lo que han visto en su casa. Y las hijas, de ser víctimas. En esta semana de lucha contra la violencia de género, pensemos en ellos, en los niños y niñas que también la sufren.

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