Un error de bulto

Dicen que la perseverancia todo lo alcanza. Es de alabar esa firme voluntad de algunos para mantenerse fieles a sus propósitos. Estudiar con ahínco, practicar con el violín hasta que te sangren los dedos, remover las migas sin ceder al desaliento, escribir con pasión sin escuchar a la razón... Y, a menudo, cuando el esfuerzo se convierte en una costumbre, los éxitos lo hacen en una constante. Pero, si lo que se persigue no depende sólo de ti, puede ocurrir que confundas perseverancia con obstinación; en cuyo caso, la virtud muta en un error de bulto. Si, por mucha amabilidad que muestres, no te devuelven una sonrisa, puedes tener claro que, por más que a ti te importe, sencillamente tú no interesas. Después de todo, lo mejor de cumplir años es que aprendes que, de acuerdo con la ley de la oferta y la demanda, los afectos verdaderos se cotizan alto porque son escasos. La línea recta, según la geometría de Euclides, es la distancia más corta entre dos puntos; esa es la que debes mantener con quienes merecen la pena. Aleja los puntos en proporción directa a la notoria falta de interés y, cuando, por conveniencias sociales, sea “ni contigo ni sin ti”, siempre puedes recurrir a las líneas paralelas que, aun caminando a corta distancia, jamás se cruzan.