Un barro que no pega

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Mezclar arcilla con barro es un componente que casa bien. Desde la lejana antigüedad se sabe. A través de los siglos el hombre lo utilizó en útiles sencillos o en glorioso arte. Claro, hay que conocer su mezclar para que ese barro pegue. Digo esto, porque hace años, allá por el 2015 murió Miguel Boyer, ministro de Economía. Su viuda, Isabel Preysler recibió las condolencias del escritor recién estrenado Nobel, Mario Vargas Llosa, amigos entre sí. No pasaron muchos meses y con asombro de todos se convirtieron en pareja. La dama de corazones y reina del “baldosín” cautivó al literato. Hombre casado y padre de familia numerosa. Brillante, que en anteriores fechas había celebrado sus bodas de oro. Estas cosas causan estupor y extrañeza a todos, incluso a personas alejadas del glamur y colorines. Se dijo que era un amor antiguo y en silencio por parte del novelista. Isabel y Mario no se cortaron. Se dejaron adormecer mecidos por el amor. La noticia corrió como la pólvora. La natural pregunta surge cuando se mezcla cultura con frivolidad. La reina de corazones y papel cuché deslumbra en fiestas de sociedad. El escritor madruga y escribe como es su norma. Son mundos que chocan. ¿De qué hablan? ¿Se entienden? ¿O será un barro que no pega?

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