Trompetas y tambores

Todos los días disfruto escuchando trompetas y tambores en ensayos previos a sus desfiles procesionales de la próxima semana. De ocho a nueve de la tarde con el sol recién escondido y Venus brillando solo en casi negro cielo, cuento los años que llevan repitiendo el mismo ritual abuelos, padres y ahora nietos. Cada grupo tiene su peculiar forma de hacerlo y no es difícil distinguir a los romanos de los de la Virgen y demás. Aunque aquí no ha llegado la paridad (todo se andará) se percibe la fina actuación de alguna que otra mujer. Son mejores. Tanto en tambor como en trompeta se destaca una especial sensibilidad femenina en cada uno de sus toques. Parece ser que en este asunto la Iglesia no ha montado en cólera y deja que las mujeres hagan lo mismo que los hombres. Vamos mejorando. Lo que no he llegado a determinar es si las direcciones de cada banda están en manos de hombre o mujer, pues en esto no cabe la paridad y estaría bien que se hiciera por turnos. Un año uno, otro año otra. Es una propuesta algo descabellada lo sé, pero nos evitaríamos en el pueblo (Orcera) que detrás de algún caperuzo, al abrigo de la impunidad, se nos cuele algún o alguna espía del ministerio de igualdad y se nos venga el aparejo a la barriga con sus consabidas sanciones y multas. Claro que poner paridad entre los penitentes con la cara tapada va a ser más difícil pero, como digo, todo se andará.