Trazabilidad

    02 mar 2023 / 17:42 H.
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    A diferencia de Marie Kondo, yo me rendí al desorden hace años, pero aún conservo la manía de guardar la ropa en forma de paquetitos. Es una acción fútil que me relaja. Cuando hago el primer doblez a esta vieja toalla, no tengo prisa. Mis pensamientos se escapan tras el rastro del tejido descolorido e imagino las etapas de producción de su algodón: tuvo que ser sembrado un día de abril, en un suelo limoso forjado tras millones de años, y crecer bajo un tórrido sol de agosto. Con el siguiente pliegue escondo un roto nunca remendado. Ese trozo roído pareciera no haber sido cosechado con modernas máquinas diseñadas por ingenieros ingeniosos, más bien por antiguos braceros de espaldas doloridas y manos ásperas que hilaron, tintaron y tejieron un paño que hoy luce desgastado por tanto lavado. Entrever la trazabilidad de esta toalla acartonada por el sol, me produce cierta restitución por mis excesos consumistas. Termino de doblarla y compruebo que huele a limpio. Me pregunto cuántos litros de agua y cuántos elementos químicos me ha prestado el planeta para percibir hoy esta fragancia. Como una nueva gurú del orden, rozo con gratitud mi cara con la toalla. La muy ingrata me raspa un ojo.

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