Ni tren, ni tranvía

    14 jul 2019 / 11:02 H.

    En la letra de una popular canción colombiana se dice que Santa Marta tiene tren, pero no tiene tranvía y, al final, nuestro Jaén ni una cosa, ni la otra. Seguramente para Renfe no faltarán argumentos para dejar a Jaén fuera del mapa de la alta velocidad o quitar lo poco que nos unía con el mundo exterior. Para retirar el tren no hace falta mucho, pero lo que hay detrás es más serio de lo que parece: es el desmantelamiento de un determinado Estado del Bienestar, una política de negar lo público, un ataque directo a la creación de una conciencia ciudadana. Esto es lo que pasa en Jaén, que estamos ante una propuesta radical: la de un mundo neoliberal que marca unas reglas nuevas basadas en el mercado libre —el autobús es lo que viene a sustituir al tren— y la extrema individualidad. Pero aquí ocurre, como en la canción, que la tragedia no es tener tren o no. Es no tener una vía con la que estar comunicado, aquello que nos podría salvar de la decadencia que ya nos ocupa. Dejarnos sin tren es el símbolo máximo de abandono. Y digamos alto y claro que no es que no tengamos tren, tranvía, hospitales o empleos de calidad, es que a nadie fuera de aquí le importa nada de Jaén.