Traigo noche en los zapatos

Cuando uno ve por primera vez la portada de un libro, intenta hacerse una idea de lo que encontrará en su interior. Hace unos días, he tenido la fortuna de que lo último de Andrés Ortiz Tafur cayera en mis manos. Es un libro, pero bien podría ser un puente colgante de nostalgias y realidades entre ayer y mañana, escrito desde un hoy lúcido y consciente. Andrés me obsequió con el privilegio de poder navegar en sus páginas antes de que la realidad del papel llegue a nuestras manos. Lo hará pronto, antes de que abril consuma los días que le quedan. Lo acepté entusiasmada y expectante, como una pupila que pone en alerta sus sentidos ante la lección de un maestro. Ortiz Tafur se deja caer en una elegía serena, sus versos caminan tierra adentro y lo hacen también alma adentro, con un paso tranquilo y la certeza de saberse en el punto exacto en el que uno mira la vida y sabe que puede pararse a divisar la belleza del paisaje. Ya no hay prisa.