Trafalgar

De la batalla perdida sale sin apenas daño el barco de Toni Olivares solo perseguido por un bergantín y dos pequeñas chalupas y esto porque se encontraba en una zona apenas castigada por el enemigo, la sección de La Loma. En otras partes de la gran batalla el ataque azul, celeste y marino, fue de dureza extrema no encontrándose gran resistencia de las flotas auxiliares que debieron escoltar a la escuadra roja, es más, aquellas pronto fueron aniquiladas. Así que como resultado general la escuadra azul se enseñorea del mar nacional alzando sus pendones victoriosos a la vanguardia la división madrileña comandada por su impetuosa almiranta. Retirado el gran almirante rojo con lo que pudo salvar ha decidido planear la madre de las batallas. Habrá de recomponer la flota, evaluar las posibilidades y los medios con los que cuenta y sobre todo si le quedan naves auxiliares de las que pueda servirse. En puerto seguro, en su refugio, la nave ubetense socialista esperará cuatro años asediada junto a las de su costa olivarera si el gran almirante de Moncloa equivoca la táctica a seguir.