Tomarnos el pelo

19 ene 2018 / 09:38 H.

Hoy en día ya nos sorprendemos de la cantidad de gente que trata de tomarnos el pelo. Nos engañan como si fuésemos bebés. La martingala, el truco, está de moda buscando continuamente víctimas a las que desplumar. No crean que son solo los políticos los que nos toman el pelo. Existe ya una legión de desalmados dedicados a este menester que tantos beneficios produce. Claro que no todos los que nos toman el pelo lo hacen con esas aviesas intenciones. A mí, y a millones de criaturas, me vienen tomando el pelo los peluqueros. Desde Tomasito, que me lo cortaba de niño —para lo que tenía que subirme a una silla— hasta a Alfonso, Cristóbal y, en los últimos casi 40 años, Gonzalo, empleado entonces en la peluquería de Toledano, situada en La Carrera, en la que alternaban en la labor Ramón, Manolo y Juan.

De todos ellos, fue Gonzalo Morales el único que continuó en esa peluquería de la que llegó a ser el titular y a la que incorporó a sus hijos Tomás y Juan. Los tres han mantenido el negocio con solvencia y profesionalidad, hasta hace un puñado de días en que Gonzalo decidió jubilarse de una profesión en la que comenzó en su Pegalajar natal cuando solo tenía 7 años. En 1974 entró a trabajar en la peluquería de Toledano y ahí ha permanecido hasta que ha decidido jubilarse a sus 72 años. Creo que en las últimas tres décadas solo me dejé tomar el pelo por Gonzalo. Me refiero en la peluquería, porque fuera de ella es muy difícil evitar que te lo tome más de uno o, al menos, que lo intente. Normalmente, yo voy a la peluquería cuatro veces al año, una en cada estación. Y Gonzalo sabía cómo manejar mi pelo, cada vez más blanco.

El pasado miércoles acudí a la peluquería y los hijos de Gonzalo me dijeron que él ya no estaba, que se había jubilado. Me dolió no poder saludar a mi buen amigo y me puse dócilmente, con la cabeza gacha, a las órdenes de uno de sus hijos. Esta vez le tocó a Juan, el menor, un artista con la navaja y las tijeras. Él es uno más de los que me han tomado el pelo y espero que lo siga haciendo mucho tiempo, y no lo digo porque tenga miedo de quedarme calvo. Ya está uno en ese tiempo en que la gente te suele decir eso de que ten quedan tres pelados. Serán los que Dios quiera. Mientras, seguiré siendo fiel a estos amigos, excelentes profesionales, e intentaré prevenirme de todos esos que quieren tomarme el pelo sin saber el oficio.