Tomar el fresco

    02 sep 2020 / 16:31 H.
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    En ocasiones me gusta pasear, al anochecer, por las calles valdepeñeras y comprobar con alegría cómo, en las noches calurosas de verano, aún hay vecinos que sacan sus sillas y hamacas a la puerta de sus casas para tomar el fresco. Ciertas circunstancias como las nuevas construcciones de pisos, el menor contacto entre vecinos y el aumento de vehículos, entre otras razones, están consiguiendo que esta costumbre, tan arraigada en toda la provincia de Jaén y en Andalucía, vaya desapareciendo año tras año. Tomar el fresco no solo era un remedio doméstico para aliviar el calor del verano, era una forma de buena vecindad y de convivencia. Además de la información de lo ocurrido a lo largo del día, incluidos los cotilleos, también se hablaba de otros asuntos triviales o importantes... Además, los vecinos compartían historias y recuerdos del pasado; y se utilizaban estas reuniones para solucionar problemas compartidos o manifestar muestras de apoyo y cariño, si la situación así lo requería. Y no solo se beneficiaban los mayores; los niños aprovechábamos las animadas tertulias de nuestros familiares para permanecer jugando en la calle hasta altas horas de la madrugada.

    Curiosamente, ahora que presumimos del número de amigos que tenemos en las redes sociales, descuidamos los contactos de las personas que tenemos más cerca. Vemos reuniones de jóvenes y no tan jóvenes en los que el móvil es el protagonista. Sin duda alguna, tomar el fresco era una práctica beneficiosa para el bienestar social. Por cierto, que este bienestar, junto al físico y psicológico, definen en la actualidad el término “salud” para la Organización Mundial de la Salud. Tal y como me recuerda una vecina, estas prácticas servían de alivio para la salud, “eran las antiguas pastillas para la ansiedad y la depresión”. Pese a los profundos cambios de la sociedad, esta costumbre de tomar el fresco, sobre todo en los pueblos pequeños, en los que aún se puede, se debería de conservar por tratarse de un acto entrañable de sociabilidad y por ser parte de nuestro patrimonio.

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