Toda ayuda es poca
Lo peor no es la situación de sequía que tenemos, sino la nula perspectiva de lluvia que se avista en el horizonte, y es que no hay pronóstico de lluvias en nuestra tierra para los próximos días. No me atrevo ni a pensar si ese plazo de tiempo, en realidad, se refiere más bien a semanas o meses dada la estación en la que nos encontramos. Con lo extremadamente duros y áridos que son los veranos en Jaén, especialmente en los últimos años, que vienen superándose máximas históricas, si ya partimos de un gran retraso de lluvias, este verano va a resultar muy complicado para nuestra tierra. Mucho estamos escuchando que nuestros olivares necesitan agua de forma urgente. No sólo para tener cosecha de aceite de oliva en la próxima campaña, o incluso, para la propia supervivencia del árbol, sino para el propio consumo doméstico. De ahí que cada uno pretenda contribuir a paliar los daños, de la mejor forma que tiene a su alcance, y con esa intención, se ha decidido sacar a Nuestro Padre Jesús en procesión de rogativa el próximo día 1 de mayo.
Después de setenta y cuatro años, desde la última vez que ello tuvo lugar, se vuelve a implorar a nuestra imagen más emblemática, que parece ser que también se le conoce con el apelativo de “El Señor de la lluvia” por las numerosas procesiones en rogativa que se ha paseado, por cuestiones de sequía, a lo largo de la historia. Y es que, en nuestra provincia, eminentemente agrícola, dependemos todos, incluso quienes en su vida no han pisado jamás un olivar, de las cosechas del aceite. La alegría y empuje de la hostelería, el comercio, los servicios, seguros, así hasta un sinfín de oficios, todos dependen de que la campaña de la aceituna sea más o menos satisfactoria. Mi duda es qué va a pasar con las piscinas este verano. Públicas y privadas. Las que están vacías o las que no hayan sido mantenidas durante el invierno y, ahora, llegado el calor, se disponen a hacer uso de ese elemento tan preciado que es el agua. A millón debía cobrarse el agua a todo aquel que excediera de un consumo más que moderado por cabeza, en cada casa. El empuje de la hostelería, el comercio, los servicios, seguros, así hasta un sinfín de oficios, todos dependen de que la campaña de la aceituna sea más o menos satisfactoria.