Tiempos difíciles
Corren malos tiempos para la lírica, pero también para la política y las democracias. Lo que estamos viendo y viviendo, tanto en el plano doméstico como en el internacional, no invita al optimismo. Sociedades cada vez más divididas y gobiernos cada vez más corruptos, incapaces de ver más allá de sus intereses personales, que suelen coincidir con la acumulación de poder y de riquezas. Cada día nos despertamos en España con nuevos casos de corrupción que afectan al Gobierno. Crece la confrontación partidista y el desprecio a la oposición. Cada corruptela trata de taparse con algún mecanismo de distracción y propaganda. Hay descontento social, aunque algunos lo traten de disimular. La gente está harta de tantas regulaciones liberticidas, tantos chiringuitos, tantas hipocresías disimuladas en asuntos tan graves como las guerras, las drogas, el tráfico y abuso de menores o la explotación de los desfavorecidos. ¡Nadie entiende que pacifistas de fachada y pancarta de ayer sean hoy quienes se afanan en poblar de armas nuestro futuro! Verdad, paz, justicia y solidaridad es lo que están reclamando las nuevas generaciones. No nuevas guerras.