Tiempo de primarias

15 may 2021 / 16:53 H.
Ver comentarios

Juan Espadas parte en principio con la extraña ventaja de llevar en su apellido la connotación del sonido de las primarias del PSOE andaluz: serán a espadazo limpio. Las primarias suponen en otros países —en Estados Unidos, por ejemplo— una oportunidad de relanzamiento de los partidos, de presentar candidatos y propuestas desde un ámbito luminoso a la sociedad, y el ganador suele integrar después a su oponente como vicepresidente. Todo eso resulta impensable en España. Aquí se trata habitualmente de una confrontación a cuchillo con el futuro profesional en juego de los candidatos —y quizás también de otra mucha gente—. Los socialistas andaluces se preparan para vivir unas primarias tormentosas en medio de la fatiga pandémica y del agotamiento político del personal. Los cómicos de “La Bromerie Live Show” lo dicen cada noche en el teatro Alfil de Madrid: “¿No estáis más relajados tras las elecciones madrileñas ahora que tenéis vuestros propios problemas y no los problemas de los políticos?”. El PSOE-A, sin embargo, se encuentra en estado de alarma. El primer punto de fricción entre Espadas y Susana Díaz no ha sido ideológico, sino en algo que está grabado en la genética social y en el folklore del país a toque de taconazo: el “mardito parné”. La candidatura de Espadas ha reclamado a la secretaría regional de Organización un reparto de los recursos para las primarias, en previsión de que Díaz use el dinero del grupo parlamentario en beneficio propio.

Pero estas primarias no cogen desprevenido a nadie. Los críticos de Susana Díaz iniciaron la movilización a principios de septiembre de 2019. Porque Díaz había realizado días antes unos movimientos de fichas que muchos percibieron como altamente inquietantes. Rebajó de manera inesperada las competencias de varios parlamentarios considerados hasta entonces como titularísimos, y apartó de la portavocía en la Cámara a Mario Jiménez, hombre fuerte durante lustros entre los socialistas de Huelva, y que ha tenido la habilidad política de figurar permanentemente como ariete de la renovación, aunque ya en 1994 ostentaba importantes cargos en el PSOE onubense. Esos diputados, decíamos, junto a muchos militantes, iniciaron con sigilo pero sin pausa unas actuaciones destinadas a sustituir a Díaz, al tiempo que se aplicaban en la elaboración de un ambicioso programa de propuestas para modernizar Andalucía y conectar con la gente. Han desplegado durante meses una labor superlativa. Y dos provincias han sido punteras en ese movimiento de renovación del PSOE andaluz: Jaén y Huelva. Susana Díaz, mientras, se aferra a sus derrotas (primarias de 2017 y autonómicas de 2018). No puede presentar un perfil de rebeldía como hizo Pedro Sánchez tras sufrir la asonada de Ferraz del uno de octubre de 2016, porque ella fue ‘establishment’, con todo el apoyo de las ‘vacas sagradas’ del partido y de las fuerzas fácticas del país. Díaz significa la imagen del viejo PSOE andaluz. El del “pesebre”, que decían la derechona y muchos avergonzados militantes. El que no se diferenciaba del PP, tal y como clamaba en sus mítines Julio Anguita. Pero Susana Díaz se batirá con espadas y cuchillos políticos si lo considera necesario, porque, como insiste una y otra vez el personaje del boxeador Jack Johnson en la sensacional obra teatral “El combate del siglo”: “Yo no he nacido para morder el polvo”. Tiempo de primarias en Andalucía.

Articulistas