Tiempo de memoria

    23 ene 2023 / 17:45 H.
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    Debe ser que cuando uno mira la vida a través de unos iris aguamarina encuentra matices que para el resto de mortales no existen. Después de leer a Chelo, caigo en la cuenta de que algún misterio debe esconder el universo para que las gentes de números acabemos sucumbiendo a las letras. Nada místico, estadística, supongo. Chelo de la Torre es licenciada en matemáticas, pero manifiesta un amor nítido por los versos, las tapas cartoné y las hojas de papel verjurado. Intuyo también ese amor por las cosas bien hechas cuando descubro sus sonetos. Hace unas semanas, caía en mis manos su último libro, “Tiempo de memoria”, incapaz de sobrevolar la intensidad de su poesía, me he visto arrastrando las alas, en más de una ocasión sobre sus poemas. “Hay días de febrero/en que busco la casa donde me conocí”, entenderán que después de estos versos uno necesita tomar tierra para recuperar el equilibrio. Cuando lees a Chelo, te asaltan dos certezas: una, es que conoce a la perfección el álgebra del lenguaje, y otra, que ha despejado la incógnita de la ecuación entre el ser humano y el paso del tiempo. “Los ojos de mi madre/están en el espejo en que me miro”. Gracias, Chelo.

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