Teo, el eterno cantor de Jaén

En prejubilación, el amigo Teo es más feliz ahora que nunca, que su tiempo va entre los amigos y su guitarra, su inseparable guitarra, con la que ha hecho miles de kilómetros de sala en sala, de pub en pub. Es Teudiselo Gómez-Pastrana Soto un conocidísimo trabajador del mundo de las medicinas que hizo carrera musical en los “Madriles” y con el que todo ese Jaén que peina canas y empieza a tener nietos se ennovió hace ya algunos años, los del pick-up y la movida. Conocida y reconocida su estampa de artista por su maravillosa voz y su apego innato a la canción melódica, lo suyo es romanticismo en estado puro con el que los ojos se ponen vidriosos si estás en buena compañía. No hay mejor forma de cantarle a los sentimientos que con el alma en carne viva. Fijo de las noches del “Pipas”, frente al Condestable, y de “La Escuela”, en la calle La Luna, dicen las crónicas que chapurreaba este cronista aquellos locos 80 que muy jovencito se marchó a Madrid a ganarse la vida con la música y bien que se la ganó; salía por primera vez de su tierra y de su barrio, Las Protegidas, y lo hizo tras el espaldarazo de aquel programa de radio de los antiguos sindicatos que fue su plataforma de despegue en los años 60. Allí se hizo un nombre versionando a José Luis y su guitarra y de su “Mariquilla” ya no se ha separado, al igual que con “Marisela”, de Renato Carsone, agrandaba su repertorio. No tiene años Teo, un secreto que guarda desde siempre, más con su melena inseparable, ha hecho de la baladas y los boleros un género propio, marca jaenera, que le acompañó en la capital de España y luego a su vuelta a sus raíces: De día visitador médico y de noche, un artista como la copa de un pino, directo tras directo, que nunca dejó de entregarse de lleno y a tope con quienes le seguían según las salas en las que actuará y actúa. Porque le siguen llamando y sigue diciendo que sí. Así es Teudiselo Gómez-Pastrana, transparente y jovial, un encanto de persona, una delicia de voz y un grande de la música de Jaén. Seguramente no tenga nunca un monumento en su tierra, tan dada a los olvidos, pero su música forma parte de la memoria viva de varias generaciones de jiennenses que despertaron al amor y a las miradas con Teo tocando la guitarra.