Tecnocracia y política

14 ene 2020 / 10:13 H.
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Hoy se celebra el primer consejo de ministros del nuevo Gobierno y ya ha tenido que hacer frente a las primeras manifestaciones en las plazas de las principales ciudades de España. La derecha ha decidido no dar tregua y no respetar ni los tradicionales cien días de gracia, que por cortesía se conceden a un nuevo Gobierno. Todo anuncia que inauguramos de nuevo una oposición bronca y crispante que choca con las primeras manifestaciones del presidente del Gobierno, que pedía en su primera declaración pública, diálogo social y territorial. Es pronto para poder predecir como va a influir esta manera de hacer oposición en el desarrollo de la legislatura, en los tiempos y en la agenda política. Mucho más difícil es predecir si esta forma de hacer política va a ser recibida positivamente y le dará rédito electoral a sus protagonistas, como aseguraba Espinosa de los Monteros la semana pasada en el Congreso, o por el contrario, los ciudadanos penalizarán actitudes y comportamientos contrarios a la estabilidad institucional, al diálogo y al consenso. Resulta prematuro, pero lo cierto es que ante la incertidumbre económica y el deterioro de amplios sectores sociales, hay una mayoría de personas y colectivos que reclaman más cohesión social y medidas que les garantice volver a la clase media de la que fueron expulsados durante la crisis.

Para poder llevar a cabo su proyecto político, siguiendo con la tónica iniciada en su primer Gobierno, el presidente, Pedro Sánchez, ha optado por un perfil tecnócrata frente a político. Aunque mantiene a pesos pesados del partido como Ábalos o Carmen Calvo, los Ministerios más importantes están en manos de reconocidos profesionales, sin vinculación ideológica con el socialismo. El Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, el Ministerio de Seguridad Social e inclusión el Ministerio de Economía, han sido asumidos por personas con demostrada solvencia en estos ámbitos y con prestigio internacional. También ha tenido en cuenta este criterio el Vicepresidente Pablo Iglesias, nombrando por ejemplo al sociólogo Manuel Castell, al frente del Ministerio de Universidades. Se podrá valorar de muchas formas al nuevo Gobierno, pero objetivamente hay una mayoría de tecnócratas incuestionables en sus áreas, frente a políticos. En mi opinión esto no es ni bueno ni malo. En principio resulta más garantista y solvente contar con personas que conocen bien las áreas de gestión que les va a tocar dirigir. Transmite mucha más confianza para los diferentes colectivos, contar con interlocutores que se conocen bien la lección. El Gobierno de los técnicos ha sido a veces la receta en tiempos de crisis política, aunque una mezcla de ambos perfiles nunca viene mal. En principio todo indica que el Gobierno cuenta con suficientes cuadros y mimbres para poder llevar a cabo la compleja agenda política que toca en esta legislatura. No será fácil, pero las consecuencias del parón e inactividad institucional de los últimos años, creo que favorecerá la toma de decisiones rápidas y ágiles y abordar con decisión las grandes reformas previstas: mercado laboral, pensiones, educación y reforma fiscal. Las expectativas son altas, pero cumplir solo con la mitad de esos compromisos de carácter social, habrán justificado una legislatura, aunque sea más corta. De eso dependerá el calado electoral de la broca oposición de las derechas.

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