Te quiero

    23 feb 2023 / 17:53 H.
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    Descubrí en un cuento de Chéjov que la protagonista Nadia, cada vez que bajaba de la alta colina en un pequeño trineo, con un muchacho escuchaba: “la amo Nadia”. Y que ella usando miradas inquisitivas e impacientes no hallaba respuesta, ella dudaba de esos dos sospechosos o el silbido del remolino o él. Entonces pienso que los “te quiero” tienen que ser así, increíbles y efímeros. Tienen que viajar en un globo, o en una montaña rusa o en una cometa para que vuelen. Tienen que escribirse en un pizarra de una taberna de menú diario o en un avión de papel. Tienen que decirse del revés, o en el camino de una lágrima o frente al espejo. Tienen que ser mordidos en privado y mostrarse vergonzosos en público. Tienen que escucharse como el eco en la montaña o como un chasquido de dedos. Tienen que estar en miradas de trenes de media distancia, o en almohadas de pensiones, o en el mostrador de una oficina de cambio de monedas, o en un viejo iglú, o en la noche que es frontera del otoño y del invierno, o en una fiesta con fuegos artificiales, o en el aplauso de un teatro, o en el parpadeo de un arcoiris. Creo que esas palabras solo pueden conjugarse en un presente.

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