Te pillé
Después de tantos tiempos pasados y tantas gentes escribiendo, se debe suponer que todo está escrito y nada le queda a uno. Y debe ser cierto, pues los sentimientos humanos son los mismos hoy que mil años atrás o dos mil, y puede que más. Consecuentemente, lo que uno intente analizar de esos asuntos sabe ya que está previamente hecho. Es cierto que si miramos el amanecer de cada día nos devuelve un sinfín de nuevos pensamientos a los que dar cabida tras las letras, pero no lo es menos que tras la oreja se quede una especie de pajarillo diciéndonos que no, que eso que pensabas escribir, por fuerza, ya lo escribió otro u otra. Por suerte se dispone hoy de herramientas para comprobar si nuestro mosqueo tiene visos de verosimilitud, y con solo dedicar unos minutos a navegar esos intereses nos podemos encontrar cosas que hace mil años no estaban. O peor aún, que te metas en San Google y le preguntes por un verso tuyo y te encuentres que lo está utilizando otro u otra. Produce satisfacción que alguien utilice tus poemas para inspirar los suyos, pero claro, hay que cambiar una coma cuando menos so pena de caer en el más puro plagio. De esa manera es con la que yo descubro que todo está escrito pero que de ese todo yo escribí una parte. Pequeñita cierto, pero la hice yo con mi calentamiento de cabeza y vaciándome el corazón, que se queda cada vez más viejo.