Tanto quererla y tan pequeñita ella

A las 12 en Renfe la Plataforma “Jaén merece más” convoca a los ciudadanos a salir a la calle >> No debería ser excluyente la convocatoria, que todo el mundo puede y debe salir, Jaén no puede permitirse vetos >> Hay que salir a manifestarse, sí o sí

17 dic 2017 / 11:20 H.

Vamos a ver, seamos claros y rotundos, quién no quiere a Jaén, quién se atreve a decir que no ama Jaén. Pues eso, salvo cuatro tontos y tontas a las que únicamente les apasiona lo de fuera, lo que hacen otros y otras, lo que nada tiene que ver con Jaén, cada uno de nosotros y nosotras somos capaces de rompernos la camisa por defender esta tierra, esta ciudad, sus pueblos y sus ciudades, sus aldeas más recónditas, aquellos rincones maravillosos que si están en Bali o en Cancún los cobijamos en un gran álbum de fotos y como son del Santo Reino pues como que no es lo mismo. Ay Jaén, que de tanto quererla la hemos hecho bien pequeñita, que de tanto suspirarla (empezando por uno mismo) casi como que no existiera. Porque ¿solo son los políticos los únicos culpables de lo que le pasa a Jaén? Sociedad civil, ciudadanía, apatía y resignación... Hasta ahora, hasta este 2017, salvo tímidos intentos que están en la hemeroteca de este periódico, como estrellas fugaces que pasaron sin más y solamente, hay que decirlo, solamente sirvieron para lavar conciencias. Estamos hoy, con la convocatoria de “Jaén merece más”, ante una nueva prueba de fuego, ante la penúltima oportunidad de que quienes nos administran (y hasta ahora vivían cómodos porque esta sociedad era y es poco exigente) comprueben que representar a Jaén no sale en balde. Si nuestros políticos saben, y sufren, por representarnos, otra realidad hubiese sido, que de culpas nadie estamos libres, que quien ve solo paja en ojo ajeno, está predestinado al olvido por una ignorancia supina que únicamente se alimenta del sol que más calienta, salvo, eso sí, cuando inmaculado se convoca a sí mismo en pose de dignidad y portento de independencia camino de ninguna parte, ni de progreso ni de honradez ni, por supuesto, de ejemplaridad. Decíamos en junio, en ese sábado de manifestación y calor insoportable, que si el futuro está por inventar pasaba por alejarnos de la inacción y la mediocridad... El presente es nuestro, sufrido y consistentemente alejado de las rutas del progreso y el desarrollo, ¿hay alguien que no lo tenga claro?