Tan solos como los italianos, que le han pedido ayuda a Rusia

30 mar 2020 / 08:44 H.
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Esto sigue. Segunda semana de confinamiento y parece que ya no es broma. Los que pensaban en semanas de vacaciones, ya empiezan a aburrirse, porque no pueden hacerse fotos con sonrisitas y subirlas a las redes sociales para esconder el vacío existencial que les carcome por dentro. Va en serio. Medidas nuevas, se endurece el confinamiento. Palabra clave: esencial. Todo lo que no entre en esa definición, a su casa. Como ya lo dije, no me repetiré, pero se hace tarde. Vamos aplicando pequeñas medidas, nos estamos comiendo el arroz grano a grano. Entonces, ¿para qué es todo esto? Les contaré un secreto a voces: para evitar que el país colapse. No hay una vacuna y se presupone que todos lo padeceremos, caigamos enfermos o no, lo superemos o seamos un dato más en las libros de historia cuando se hable del covid-19, como ya se hiciera de la peste negra. No somos la Europa del siglo pasado plantándole cara al fascismo con las mujeres sustentando la economía. No estamos en guerra, así que podemos permitirnos una retirada organizada: el cuerpo de funcionarios al completo y con tantos recambios casi como población. Entonces, ¿quién teme? El capitalismo, las empresas. Si su existencia es definida por el beneficio, ¿cuándo no lo hay, qué hacen? Bueno, cierran y listo. Pero dejan atrás personas. ¿Qué no puede un país o un sistema colapsar? Dejad que os cuente una pequeña historia: Jaén es una pequeña provincia y ciudad española al sur de España y también de Europa. Lo mismo le pasa a Campania, donde se en la “bita” de su mapa. Allí, ayer se produjeron los primeros altercados en supermercados cuando varias personas se llevaron carritos llenos de comida sin pagarlos. La respuesta del Gobierno fue poner a la Policía en las puertas de los mismos. Unas horas más tarde, en Palermo, Sicilia, se produjo un hecho similar. Recordad que la cuarentena allí empezó 5 días antes. El Gobierno italiano, con 97.789 infectados, casi 100.000, además de haber recibido partidas de médicos voluntarios de Cuba y Albania, ha decretado que cualquier persona con el título de medicina, podrá ejercerla, sin examen, ni residencia. Un poco desesperado, ¿no?

Tuve un profesor de Matemáticas que decía: “en caso de emergencia, rómpase el cristal.” Suena a bajada de la edad para el llamamiento a filas. Están solos, Europa y la OTAN le han dado la espalda. Perdona, ¿la qué? A mí, el profesor de Conocimiento del Medio, a principios de los 2000, trataba de justificárnosla con hacer lo que decían los Estados Unidos. Creo que ya ni lo intentan, así que no merece la pena perder el tiempo con ella. Quédate con que están solos en la Unión Europea.

Sigamos con los números. 78.799 son los infectados en España, 81.439 China. Estoy seguro que cuando sea publicado el artículo la habremos superado. Así que, si me permitís la licencia, sólo nos superan Italia y los Estados Unidos: 125.266. Si aquí no teníamos plan, no quiero ya decir en Estados Unidos, donde el vicegobernador de Texas, el fascista Dan Patrick, no tiene duda cuando luchan por el mismo lugar los mayores y la economía. Como buen capitalista, la Bolsa, por supuesto. Así que mejor miremos a Italia, ese ‘dickensiano’ fantasma del futuro que viene a visitarnos para mostrarnos en qué podríamos convertirnos. Estamos tan solos como los italianos. Si ellos le pidieron ayuda a Rusia, nosotros lo hicimos con China.

Con amigos así, ¿quién necesita enemigos? Espera. Ya hemos pasado por aquí. Sí, 1935. Francia, Irlanda, Gran Bretaña, Estados Unidos, Italia... Todos le dieron la espalda a la joven república española, ¿qué nos quedó? La fría, alejada y, marginada internacionalmente, Unión Soviética. Ahora hemos recurrido a China. ¿Nuestra primera opción? Seguramente no, pero sí la que ha respondido. Pongámonos en situación de ahora: Codito en la barra, y cinturón bicolor, seguro que ya hay más de uno con infinitas réplicas preparadas al comentario. Pero bueno, esos siempre tienen respuestas y últimas palabras para todos, no sea que escuchen, por una vez, y aprendan algo.

¿Con qué cerrar? Se me ocurren varias cosas, pero me voy a centrar en lo esencial, que a partir de hoy lunes será el adjetivo que nos defina como sociedad. Esencial, no sé, será la alimentación, digo yo; será, también, la electricidad; el sistema público sanitario, sí, eso es indispensable; ¿qué más? El transporte, sin duda, ha de serlo. ¡Ah, y los medios de comunicación e internet! No sé si me dejo algo. ¿Quizá los gimnasios e iglesias, los cultos al cuerpo o entes imaginarios? No, eso no creo. Pues no sé qué puede ser, de verdad. ¿Los toros porque si no los torturamos para deleite de salvajes se extinguirían como raza? No, demasiado enrevesado. A ver, piensa, tiene que ver con el lujo y lo prescindible, con la sumisión y la ignorancia. ¡Ah, claro! ¡Los Borbones! Falta esa familia mantenida por todos nosotros. ¡Qué tonto de mí, que cuando pensaba en esenciales, no me salían!

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