Sonrisas y lágrimas

02 ene 2019 / 08:51 H.

Las cosas han venido de tal manera que, sin proponérmelo, voy a comenzar el nuevo año con la misma temática con que terminé 2018: hablando de cine. El cine es tan prolífero que si uno se lo propone encuentra en él ejemplos para cada momento y circunstancia, sean buenas o no. El lunes vi por enésima vez la película “Sonrisas y lágrimas”, un filme de 1965, que ganó cinco Oscar y fue dirigido por Robert Wise e interpretado por Julie Andrews, Christopher Plummer, Eleanor Parker y siete niños encantadores. Se trata de un musical con unas canciones maravillosas que no te cansas de escuchar con una historia en la que prevalece el amor filial. Pero, por encima de todo, cuando se acaba de abrir la puerta de un nuevo año, el título, “Sonrisas y lágrimas”, es muy sugerente y llama a la reflexión.

El nuevo año, como todos los anteriores y los venideros, nos ofrecerá sonrisas y lágrimas, instantes de felicidad y momentos de dolor. Son las dos caras de la moneda de la vida y dependerá de la suerte que caiga más veces de un lado que del otro. Pero nadie debe olvidar que las dos van juntas, separadas sólo por un fino borde. Hemos de estar preparados para lo que el destino nos tenga preparado. Mucho de lo que suceda nos es totalmente desconocido y no podemos prepararnos adecuadamente para recibirlo. Otras cosas sí podemos esperarlas y, la más clara, es que los políticos, que son los que manejan la moneda de la vida, no cambiarán y continuarán como es su costumbre y condición, olvidando al pueblo. Serán quienes más lágrimas provoquen con su incompetencia, sus corruptelas y egoísmos. Y lo más penoso es que son muchos, demasiados, muchos más de los que el país necesita.

En cambio, para tratar de hacernos sonreír contamos con muy pocas personas. También sufrimos un enorme déficit de gentes que regalen sonrisas, que tengan esa generosidad de ofrecer una sonrisa amable en los demás; personas capaces de ser generosas, solidarias, que tiendan una mano al desvalido y compartir un poco de felicidad con el prójimo. Este es el ejército que deberíamos fomentar y aumentar. La legión de las buenas gentes, que no precisa más arma que el buen corazón para vencer la injusticia, la miseria, el abuso. Este es el gran partido que nos hace falta para que las urnas tuvieran razón de ser.