Soñar la lluvia

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Lo digo desde mi más sincera cordura. No me gustaría para nada soñar con la lluvia. Se dice que, si algo nos preocupa más de la cuenta y soñamos con ello, esto perturbaría nuestra mente, la calidad del sueño y tendríamos pesadillas. La falta de lluvias está empezando a rondar nuestros sueños más de lo que nos gustaría. Jaén es ciudad eminentemente agrícola. De alguna manera todos formamos parte de su agricultura. Este año ha sido nefasto. Las lluvias nos han negado el pan y la sal de forma infame, rotunda y sin ningún apego. Por ello está tan bien que hagamos una rogativa para pedir por la lluvia. Tenemos, además, en la Diócesis de Jaén a un Santo tan afín a la agricultura como lo es San Isidro Labrador. A él se le ha pedido siempre la lluvia para favorecer las cosechas. Así el viejo adagio dice: “Ganaderos y labriegos los pies fijos en el suelo y los ojos en el cielo”. Sería cuestión de tomar los creyentes voz y voto ante el año tan ruinoso que nos ha tocado vivir. Recuerdo decir a mi suegro, hombre entendido y juicioso, “si mayo es lluvioso salvaría la cosecha del olivar el próximo año”. Recemos, pues, la vieja frase: “San Isidro Labrador tráenos la lluvia y llévate el sol”.

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