Solo humo

    12 nov 2022 / 16:39 H.
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    Sácame los ojos y estrújalos en tus manos para que resbalen entre tus dedos todas las miradas dulces que han inventado y guardado para los tuyos. Bórrales el azul del cielo donde siempre estabas y quítales aquella estrella que cada noche veíamos juntos. La de los brillos rojos. La del Sur. Quédate con tu mirada. Y quémalos. Quema mis ojos. ¡Córtame! ¡Córtame las manos con solo pensarlas! Arráncales todas las caricias que un día tuvieron de tu piel. ¡Busca en cada yema de mis dedos un recuerdo: cuando estuvieron en tu espalda, en tu cara, en tus pechos, en tus labios, en tu vientre, en tus pies, en tus cabellos, en tus tristezas, en tus suspiros. Sécales tus lágrimas. Las de ayer, las de anteayer, las de tus miedos, las de tus sueños. Y quémalas. Quema mis manos. ¡Arráncame la piel a tiras y a tirones y la tiras, que ya nadie querrá tocarla cuando todos sepan que solo fue tuya. ¡Y quémala! Quema mi piel. Hasta que quede rota como corteza de árbol. ¡Rájame! Rájame el corazón entero de una sola cuchillada, repentina, endiablada y esperada. Que pare de latir ya sin motivos. Amárgame la sangre. Ennegrece mi sangre. Derrámala en las aceras, en los caminos, y en los montes. Por si las gentes me quieren pisar, como me quieren pisar tus pies. ¡Quémame! Quémame entero. Hasta que solo quede de mí lo que siempre fui para ti. Humo. Solo humo.

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